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En el último respiro de la Segunda Guerra Mundial, El crisantemo y la espada rescató la cultura de Japón desde una mirada antropológica. El estudio de Ruth Benedict llevó a la estrategia que derivó en el ataque nuclear. ¿Cómo lo hizo? – Te invitamos a revisar este relato.
El día en que una mujer cambió el curso de la guerra
Ruth Benedict describía los crudos paisajes de la guerra: escombros acumulados en las calles, rostros embarrados con sudor y siluetas delgadas reunidas alrededor de ollas comunes y albergues. En medio de este desolador y crudo relato, confluían trazas de épocas pasadas donde se hablaba sobre la reciprocidad en las relaciones sociales, una oculta devoción al emperador, diferentes grados de cortesía y piedad filial. También surgía la admiración por la naturaleza, la poesía y la escritura o por actividades más cotidianas como la forma de comer, bañarse y dormir. Ella escribía sobre Japón desde su mirada como antropóloga, buscando quitar el velo que se extendía sobre este misterioso país.
Ruth Benedict y la antropología
Ruth Benedict (1887-1948) fue una antropóloga social nacida en los Estados Unidos. Por si te preguntas qué diablos es un antropólogo, como futuro antropólogo te puedo decir que tampoco lo sabía hasta hace poco. La antropología es una carrera que estudia la cultura, evolución y actividad del ser humano, todo a la vez y por separado según lo dicte el objeto de estudio. Puedes estudiar el pasado a través de su registro material (arqueología), la evolución anatómica (bioantropología) o cómo se desenvuelve el ser humano en una sociedad con una cultura específica (antropología social).
Benedict, como antropóloga enfocada en el folclor y cultura de los pueblos, escribió el libro Patterns of Culture (1934), en el cual detalla elementos que ayudarían hipotéticamente al trabajo del antropólogo al momento de describir la cultura de sociedades muy diferentes a la occidental. Por cierto, muchos antropólogos de la época, antes y después de las guerras, solían viajar por la Polinesia Francesa, convivir con tribus amazónicas en Sudamérica, con nativos americanos o vivir en pueblos africanos. Convivir con los indígenas y comprender su visión acerca de la familia, el matrimonio, la muerte, la sexualidad, lo ritual, lo religioso, su gastronomía, y todo aquello que fuera parte de su desarrollo sociocultural, es uno de los grandes aportes que la antropología ha hecho a la humanidad; en ocasiones sesgado, sin duda, pero siempre en pos del conocimiento.
Corrientes antropológicas y su rol en la investigación
Esta importante labor además permitía entender la complejidad de la organización humana; sin embargo, los antropólogos no estaban del todo de acuerdo debido a sus diferentes corrientes de pensamiento. Charles Darwin y el evolucionismo que, en palabras simples, dice que ciertos grupos indígenas representan estadios de evolución anteriores, como si fueran una fotografía de una época pasada que muestra cómo la sociedad civilizada alguna vez fue, era una de las corrientes de pensamiento preferida por los antropólogos en ese entonces. Ruth Benedict, en cambio, seguía la corriente llamada particularismo histórico de Franz Boas. Esta visión dice que la evolución de las sociedades no es de una sola línea ni va hacia el mismo lado. Cada sociedad tiene su propio desarrollo histórico y evoluciona de diferentes formas según cómo su cultura se desenvuelva.
Esto podría sonar evidente para algunos de nosotros, pero pensemos que en esa época el racismo era algo normalizado. Muchos países europeos mantenían colonias y pensaban que los indígenas al no tener escritura, grandes construcciones arquitectónicas ni poderío militar eran primitivos; incluso creían que eran genéticamente inferiores y merecían ser tratados como salvajes. En este sentido, los trabajos antirracistas que rechazaban el trato hacia las colonias, representaron un avance sumamente importante para la sociedad y la dignidad humana.
El papel de la antropología en la Segunda Guerra Mundial
Benedict tuvo la oportunidad de aplicar sobre Japón lo escrito en Patterns of Culture durante la Segunda Guerra Mundial. En esa época, Japón era una potencia del Eje de carácter imperialista donde la autoridad máxima era el emperador Hirohito junto a su primer ministro comandante en jefe del ejército, Hideki Toujou. ¿Por qué imperialista? – Quizá lo desconocías, pero Japón no solo bombardeó Pearl Harbor en Estados Unidos, sino que también invadió varios países de Asia como Corea, China, Filipinas, Tailandia, Hong Kong, Singapur y Malasia.
Las tropas japonesas estaban convencidas de su superioridad en Asia y desarrollaron una doctrina paternalista en el continente. El Sudeste Asiático fue su principal objetivo, ya que era más pobre y podían utilizarlo para transmitir los valores nipones. El sistema social japonés era muy necesario para el progreso asiático con el país del sol naciente a la cabeza; de esto estaban muy convencidos y, por lo mismo, era de gran interés para los estadounidenses saber cómo derrotarlos. En esta senda, se buscaba comprender su cultura, sus patrones de comportamiento y su poderoso sentido del honor. La disciplina inigualable del ejército japonés en el campo de batalla, sus ideales de guerra y tácticas militares eran una incógnita. Con todo ello en mente, reclutaron a la joven antropóloga para que cumpliera la labor de describir a los japoneses. Los militares estadounidenses podrían entonces llegar a entender a su enemigo para derrotarlo completamente.
Las vicisitudes a la hora de investigar Japón
El trabajo de Benedict en la Oficina de Información de Guerra comenzó en 1943, cuando los Aliados comenzaron a gestar su victoria sobre el Eje. Dado el contexto hostil de la Segunda Guerra Mundial, había razones de peso para que una joven colaboradora del ejército estadounidense no pudiera entrar en el Japón de la época sin problemas. Eran tiempos difíciles también para los antropólogos viajeros y demás investigadores; muchos tuvieron que emigrar de los países en los cuales se desenvolvían a causa del reclutamiento forzoso, el racismo, el genocidio o la invasión foránea.
Japón se encontraba en un momento crítico, en el que viajar al país si no se era soldado parecía una misión suicida. Los recursos escaseaban, nadie sabía qué pasaba en las múltiples islas donde estaban repartidas las tropas imperiales; cada día se escuchaban desgarradores estruendos seguidos de luciérnagas que arrasaban el cielo y que al tocar la tierra lo incendiaban todo a su paso. Los bombardeos mermaron la voluntad de sobrevivir en la población japonesa. Como dato: una película que logra trasladar este imaginario a lo audiovisual de forma muy bella frente a la violencia es Hotaru no Haka (La tumba de las luciérnagas).
El crisantemo y la espada durante la guerra de Japón
El trabajo de Benedict era imposible de realizar en Japón. No podía vivir en el país, tampoco hablar con la gente en sus casas ni lugares de trabajo; no podía observar su comportamiento detalladamente o, como se dice en antropología, no podía realizar “trabajo de campo”. A pesar de las limitaciones para realizar la investigación, Benedict se las ingenió para conseguir periódicos japoneses y hablar con unos cuantos nipones en EE.UU., lo cual era difícil y mal visto en un país con un racismo terrible. Había, además, campos de concentración en suelo americano donde muchos japoneses murieron; así es, leíste bien, no solo Alemania tenía campos de concentración (no debes olvidar que la historia la escriben los vencedores). Así fue cómo Ruth Benedict reunió información y comenzó a escribir.
Pocos imaginarían a simple vista que El crisantemo y la espada (1946) fuera escrito a través de la “cultura a distancia”, una metodología poco convencional entre los antropólogos fieles a la etnografía (consistente en describir en terreno la cultura de una determinada comunidad); sin embargo, es una obra sorprendente que logra captar la complejidad de la cultura japonesa de manera fascinante. El concepto de dualidad que dice relación con la convivencia entre lo tradicional y lo moderno, es central y de difícil comprensión para los occidentales. Junto con ello, la capacidad de reinventarse frente al desastre y la cultura de la vergüenza son elementos transversales en todo el libro.
El crisantemo y la espada y el rol que cumple durante la guerra en Japón no solo representa una historia o una descripción gráfica, sino que también se adentra en los patrones culturales y el orden social. Algo que me sorprendió mucho fue “el sistema de obligaciones” de diferente grado llamadas on, giri y gimu.
El sistema de obligaciones según El crisantemo y la espada en la cultura de la guerra en Japón
El sistema de obligaciones fue y sigue siendo una característica intrínseca de la cultura japonesa que aún perdura en muchas de sus acciones.
On: es una deuda que nunca se llegará a satisfacer; es la que se contrae con los padres, profesores o el emperador, es de naturaleza impositiva, por lo que no se puede escapar a ella.
Gimu: Todas las acciones que deriven de la deuda On se denominan Gimu y son parte de la ética y orden japonés. Debes ser el mejor estudiante, ser un buen hijo, honrar al emperador (ko-on), etc. Esto puede explicar un poco por qué los japoneses son tan estructurados en lo académico y lo social, pues estos comportamientos no se hacían por amor y altruismo, sino que, en gran parte, se hacían por una obligación moral.
Giri: La deuda Giri se contrae voluntariamente, como cuando decidimos tomar un préstamo bancario, ser voluntario en una ONG, casarnos con alguien, recibir un regalo de cumpleaños de un amigo o visitar a un primo enfermo. Ésta se debe devolver con una equivalencia exacta, de forma que así quede saldada la obligación. Al día de hoy, aún hay características que se mantienen como el White Day, donde los hombres entregan chocolates o presentes a las chicas de las que recibieron chocolate en San Valentín, como una forma de obligación social.
Este último concepto, según Benedict, explicaba por qué no es común que los japoneses pidan ayuda desproporcionada a un desconocido. El sistema de obligaciones hace que se genere la obligación de devolver las atenciones a dicha persona. Si a esta persona no se le vuelve a ver, se estaría en una situación desventajosa y tediosa donde el giri no terminaría nunca de retribuirse.
La visión de Benedict en El crisantemo y la espada en la cultura durante la guerra de Japón
Este comportamiento basado en el sistema de obligaciones es parte del carácter de la dualidad japonesa. Existen personas con las que se está obligado a actuar según el sistema de obligaciones. En esos tiempos, si se llegaba a cometer una falta hacia otra persona – lo cual representaba una ofensa y quiebre en el sistema de obligaciones – se recurría al Seppuku (ritual de suicidio) para enmendarlo. Hay otras a quienes, aunque no se les deba nada, la honra deberá defenderse en caso de que este desconocido representara una amenaza al sistema.
El siguiente extracto de El crisantemo y la espada nos sirve para concluir y comprender cómo y por qué el trabajo de Ruth Benedict cambió el curso de la guerra y derivó en la derrota de Japón.
Tanto la espada como el crisantemo forman parte de la imagen [de Japón]. Los japoneses son, a la vez, y en sumo grado, agresivos y apacibles, militaristas y estetas, insolentes y corteses, rígidos y adaptables, dóciles y propensos a resentimiento cuando se les hostiga, leales y traicioneros, valientes y tímidos, conservadores y abiertos a nuevas formas, preocupados excesivamente por el qué dirán y, sin embargo, propensos al sentimiento de culpa, incluso cuando los demás no saben que han dado un paso en falso; soldados en extremo disciplinados, pero con tendencia también a la insubordinación.
(Benedict, 2011)
Lealtad al emperador
El emperador estaba cautivo en el palacio. Los estadounidenses en Iwo Jima derrotaban a los últimos soldados japoneses que resistían hasta el último segundo de vida, dando una victoria pírrica a EE.UU. en la más sangrienta de las batallas contra Japón en la que murió la mayor cantidad de estadounidenses a pesar de superarlos en número.
Nadie esperaba que dos bombas atómicas cayeran sobre Japón; sin embargo, ¿por qué no se bombardeó el palacio imperial matando al emperador?
Una tesis que se desprende del libro y el sistema de obligaciones es que el ko-on – lealtad al emperador – habría hecho que miles de japoneses siguieran resistiendo y luchando hasta la muerte contra las tropas invasoras. La ofensa de matar a su emperador haría que nunca se detuvieran, incluso si únicamente quedaran piedras para luchar. Por el contrario, al declarar el emperador su rendición, no se podía seguir luchando. Continuar la batalla habría supuesto una ofensa para con él y ya era demasiada la carga de escuchar al mismísimo emperador comunicar por la radio su rendición. Las tropas estadounidenses lanzaron la bomba atómica e invadieron la isla sin encontrar resistencia. El ko-on era más fuerte que su determinación de resistir. Con todo, el pueblo japonés se reinventó desde la derrota, para ser la desarrollada nación que es hoy.
Conclusiones en el Japón actual
No creo pertinente decir que Japón es el país que es sólo por el sistema de obligaciones. Posiblemente existen muchas variables que Ruth Benedict no consideró durante la ejecución de El crisantemo y la espada en la guerra de Japón. Cuando se publicó el texto en 1946, ni siquiera se mencionan las bombas atómicas; tal vez porque la estrategia para la victoria ya estaba asegurada y el libro había cumplido su función. No obstante, es interesante preguntarse qué diría Ruth Benedict del Japón de hoy, ¿sería posible realizar un trabajo de estas mismas características en el Japón de la actualidad? – Es probable; aunque poder impregnarse de la cultura desde las vivencias propias, viajando, aprendiendo más sobre otras culturas y preguntándose qué nos hace esencialmente iguales y diferentes como occidentales y japoneses, es una reflexión a la que quiero invitarte.
La cultura tiene el poder de diferenciarnos y, por otro lado, encontrar similitudes. No por nada tenemos un interés particular por Japón. Tampoco es azaroso que el aprendizaje de la cultura sea algo especial y determinante en nuestras vidas.
Referencias
Benedict, Ruth. (2011). El Crisantemo y la Espada. 1ra edición. Alianza Editorial, España.
Gomez, J. (2015). El mundo del todo al revés. Sobre Japón. Todavía con “El crisantemo y la espada” de Ruth Benedict.
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