Un Game Center Atrapado en el Tiempo

05/12/2022

Los videojuegos fueron un concepto que surgió en occidente, en un principio las máquinas de Pong y Breakout se tomaron los bares y salones recreativos en América y Europa y no pasó mucho tiempo para que esta forma de entretenimiento llegase a Japón. Lo que nadie esperó fue el tremendo impacto que estos píxeles en movimiento provocarían en la sociedad nipona. Las empresas electrónicas y el público japonés adoptó y acomodó a su estilo de vida este nuevo tipo de distracción. Produciendo sus propias máquinas y lugares especialmente diseñados para presentarlas al público: Los Game Center (ゲームセンター) habían nacido.

Los juegos de «aquellos tiempos»

Es cierto, lugares para el esparcimiento familiar donde era posible divertirse con un gran número de juegos electromecánicos a cambio de unos pocos yenes existieron probablemente desde hace muchas décadas antes de los años 80. Pero, fue durante estos años que estos salones empezaron a llenarse de muebles similares a rockolas compuestas por una pantalla, palanca y botones, donde realmente podíamos controlar a una nave espacial y proteger la tierra de invasores (probablemente del espacio) o hacer que una pizza masticada comiera puntitos mientras huía de fantasmas.

En resumen, ahí fue donde la verdadera revolución del entretenimiento audiovisual comenzó: en esos sitios tan lejanos a nosotros, en una época que por mucho que queramos nos será imposible experimentar tal y como fue. Si tan solo existiera un lugar en Japón donde el tiempo se hubiese detenido, para que cuando por fin podamos escapar de nuestra gris rutina laboral y hacer el gran esfuerzo de visitar aquél país pudiésemos sentir cómo vivían los jóvenes nipones ochenteros esa época mágica. No tenemos un «stand» como en Jojo que nos permita retroceder el tiempo, por desgracia, pero afortunadamente todavía existe cerca de la bahía de Tokio un lugar donde es posible revivir de manera un poco artificial, pero muy bien conseguida, como era un game center en los ya lejanos años 80. Ese lugar es 1-Chome Playland

Daiba 1-Chome Shoutengai en el cuarto piso del Tokyo Decks.

Odaiba es más grande de lo que parece

Llegué por primera vez a este mágico lugar en mi viaje del año 2014. En esa ocasión queríamos ver el famoso robot Gundam a escala real que estaba ubicado en frente del mall DiverCity Tokyo Plaza, en la isla artificial de Odaiba. Esta isla es conocida no solo por el majestuoso mecha, sino que también por la gran cantidad de centros comerciales y parques de entretención que se ubican en ella. Luego de tomarnos las fotos correspondientes y haber almorzado recostados en los pies del robot para protegernos del sol, decidimos con mi pareja ir a mirar que tenían para ofrecer el resto de centros comerciales del lugar.

El game center de los ochentas

Así fue como llegamos a un lugar muy pintoresco justo a las orillas del mar llamado Tokyo Decks. Al principio nos encontramos con restaurantes, tiendas de moda y tecnología. Nada fuera de lo común, pero al poco andar se nos presentó una extraña visión. Una calle que parecía sacada de una película de Yasujirou Ozu: como si de repente estuviésemos caminando por un centro comercial unos 60 años en el pasado. Este pasillo en especial se llama Daiba 1-Chome Shoutengai.

Este es un lugar lleno de confiterías, tiendas de juguetes retro, artículos del hogar antiguos, entre otros establecimientos que en estos tiempos serían muy difíciles de ver en un centro comercial moderno. 

Fue dentro de este nostálgico pasillo donde nos topamos con el game center ochentero que se niega a morir. De hecho, fue el primer establecimiento que nos llamó la atención al entrar a esta calle y la verdad de las cosas. Fue bastante difícil de ignorar debido al tremendo barullo que provenía de su interior. Una mezcla de pitidos ocho biteros y sonidos midi mezclados con el más pegajoso J-Pop ochentero que el administrador del local pudo conseguir. Ese ruido ambiente nos hizo voltear y la estética del game center hizo el resto. Ya estábamos dentro del 1-Chome Playland. 

La máquina que te martilla la mano y muchos juegos electromécanicos de deportes en la entrada del game center.

Más que un game center era una …. experiencia 😀

Fue como dar un paso a los años ochenta. Todos los muros y techo del lugar estaban cubiertos por miles de pósters de bandas y jóvenes idols que fueron famosos en la época. Pude reconocer a Akina-chan, las CoCo, Takako Ohta, TM Network (famosos por su hit Get Wild) hasta Mariya Takeuchi (más famosa ahora que en esos años) También algunas bandas no tan ochenteras como los Green Leaves (¿recuerdan la canción Yatta!?) Un verdadero collage de la escena musical nipona de nuestra juventud (la mía y mi pareja, obviamente. Sé que ustedes son mucho más jóvenes, guiño, guiño)

Yatta!

Después de observar los muros y el techo durante un par de horas, vino la parte buena de la visita. Más de 100 máquinas de entretenimiento clásicas, algunas con más de 50 años de antigüedad, en un estado prístino, como si jamás nadie las hubiese usado.

En un principio pensamos que se trataba de un museo y que los aparatos estaban ahí solo para ser exhibidos, pero quedamos con la boca abierta cuando nos dimos cuenta que un 95% de las máquinas del lugar estaban operativas y casi todas funcionando por muy pocas monedas. ¡Había que probarlas todas! 

Además de los posters, los muros también estaban decorados con muchas portadas de revistas de la época.

Encontramos un tremendo tesoro retro

Había juegos antiquísimos donde debemos hacer saltar nuestra moneda de 10 yenes por una serie de obstáculos. Algunos simulando una carrera de autos, otros un viaje por la jungla, pero todos con el mismo objetivo de llevar tu moneda a salvo hasta el final de circuito para ganarte alguna paleta dulce o una postal de tus ídolos musicales.

También estaba el avioncito sujeto de un alambre que debes aterrizar en un lugar seguro; el campo lleno de agujeros donde unos burlones topos se asoman para que les golpees la cabeza con un garrote; máquinas de pinball tan antiguas que el puntaje es marcado por unos números en cilindros giratorios en lugar de una pantalla electrónica.

Y por último, mi santo grial, lo que nunca creí encontrar en el Tokio del siglo XXI: un rincón poblado con muebles dedicados y mesas cocktail de famosos juegos ochenteros. Galaga, Arkanoid, Terra Cresta, Dig Dug, Space Harrier, Golden Axe, Hang On! y el todopoderoso Out Run (para mí el mejor juego que ha desarrollado Sega). Estaban todos ahí, en sus muebles originales, como si los años ochenta se hubiesen glitcheado en ese preciso lugar. Mi sueño de niño de estar en un verdadero game center ochentero finalmente se hizo realidad…y por muy pocos yenes.

Moviendo una serie de resortes tenía que llevar la moneda de 10 yenes hasta la parte más baja del circuito. Fácil decirlo!

 Así que recuerden que si andan de paseo por Odaiba haciendo el clásico recorrido turístico para ver el Gundam, pueden desviarse un poco hacia la bahía de Tokio camino al muelle para llegar al centro comercial Decks. En el cuarto nivel se encontrarán con esta hermosa ventana al pasado. Jueguen un Out Run por mí. Nos vemos en Japón!

El mejor videojuego de la historia los espera.

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