Subculturas animadas: el anime como espejo de la moda japonesa

10/13/2025

¿Alguna vez has visto a un personaje de anime y pensado: «esa ropa existe en la vida real»? No es casualidad: muchas subculturas japonesas han dejado su huella en la pantalla.

En Japón, la moda y la animación llevan años cruzándose, inspirándose mutuamente y dando forma a estilos que son mucho más que una simple prenda. Son expresiones de identidad que viajan entre la calle y la pantalla.

No solo se representan: se amplifican, estilizan y convierten en parte de la narrativa. A través de sus personajes, estas estéticas se transforman en símbolos, en espejos culturales que trascienden fronteras.

Porque en Japón, vestirse no es solo vestirse: también puede ser una forma de contar historias.

¿Qué son las subculturas?

Antes de entrar en estilos y personajes, vale la pena detenerse en una palabra clave: subculturas. Aunque a veces se usa el término «tribu urbana» para hablar de grupos con estéticas propias, en este contexto, «subcultura» resulta más preciso.

Según el Diccionario de Cambridge, una subcultura es «la forma de vida, las creencias, costumbres y comportamientos de un grupo de personas que son diferentes del resto de la sociedad». En sociología, se entiende como un conjunto de prácticas, valores y estéticas que se diferencian de la cultura dominante, sin necesariamente oponerse a ella. Las subculturas pueden formarse a partir de la edad, el género, el grupo étnico o cualquier otro factor que articule una identidad colectiva.

Como explica Tania Arce en su artículo publicado en la Revista Argentina de Sociología, las subculturas se configuran como espacios simbólicos donde ciertos grupos sociales construyen formas propias de significación y expresión. No son simples modas ni agrupaciones juveniles, sino formas de construir la identidad desde los márgenes, con códigos propios que se expresan en la música, el lenguaje, la actitud y, especialmente, en la vestimenta.

En español, el término «tribu urbana» se popularizó en los años 90 y 2000, especialmente en medios de comunicación, para referirse a grupos juveniles con estilos definidos -como los punks, otakus o emos- visibles en espacios urbanos. Aunque se usa con frecuencia, no es un concepto técnico, y suele estar cargado de simplificaciones o estereotipos. En cambio, subcultura aporta matices sociológicos y respeta su complejidad.

Subculturas y sus orígenes

Las subculturas siempre tienen un punto de partida, aunque a veces cueste verlo.

Aparecen en momentos y lugares específicos, como respuesta a tensiones sociales, culturales o generacionales. Nacen cuando alguien decide que lo que hay no alcanza para decir quién es. Así surgen: como respuestas creativas a lo establecido, como formas de habitar el mundo desde otro lugar.

En Japón, muchas de estas respuestas se dieron a través de la moda. Desde los años 80, jóvenes comenzaron a reunirse en barrios como Harajuku o Shibuya para vestir lo que no se veía en revistas convencionales ni en las calles. Exploraban estilos que rompían con lo tradicional: algunos exageraban lo femenino, otros lo infantil, otros lo oscuro. Algunos mezclaban elementos de la tradición japonesa con influencias pop occidentales. Pero, sin duda, todas compartían algo: el deseo de construir una identidad propia, visible y compartida.

Entender sus orígenes es entender por qué, cuando un personaje aparece con un peinado imposible o un vestido fuera de lo común, no se trata solo de diseño: se trata de historia.

A continuación, exploraremos los orígenes de algunas de las subculturas más populares.

Gyaru (ギャル)

Bronceado extremo, pestañas gruesas y celulares llenos de brillos. Durante años, el mundo gyaru fue sinónimo de exceso, libertad y estilo propio.

Gyaru
Gyaru

Este término proviene de la pronunciación japonesa de la palabra inglesa girl (ガール). Comenzó a usarse en los años 70, pero fue en los 90 cuando se consolidó como una subcultura liderada por mujeres jóvenes que desafiaban los ideales tradicionales de feminidad en Japón.

Las primeras gyaru, las kogals o kogyaru (コギャル), eran chicas de secundaria que modificaban sus uniformes, se bronceaban artificialmente, se teñían el cabello de rubio y usaban maquillaje muy llamativo. Esta estética, inspirada en el estilo californiano de Estados Unidos, se convirtió en una forma de rebelión frente a una sociedad que valoraba la modestia, la piel clara y el rol femenino subordinado.

Con el tiempo, aparecieron varios subtipos:

  • Ganguro (ガングロ): piel muy bronceada, maquillaje blanco y cabello teñido.

  • Yamanba (ヤマンバ) y Manba (マンバ): versiones extremas del ganguro, con maquillaje tipo «panda invertido» y cabello teñido de colores llamativos.

  • Onee gyaru (お姉ギャル): versión madura y adulta del gyaru, caracterizada por el uso de ropa de marcas de lujo.

Durante los 2000, el gyaru vivió su época dorada. Revistas como Egg (エッグ) y centros comerciales emblemáticos como Shibuya 109 estaban dedicados exclusivamente a este estilo. Aunque su popularidad disminuyó en la década siguiente y hoy se ve menos en las calles, su legado permanece vigente como una referencia clave en la historia de la moda japonesa.

Lolita Fashion (ロリータ・ファッション)

Encajes, lazos, volantes y siluetas de muñeca. El estilo lolita combina influencias históricas con una estética cuidadosa, alejada de los modelos tradicionales de feminidad de la época.

Desfile de lolitas
Desfile de lolitas

Nació en Japón entre los años 70 y 80, inspirado en la ropa del rococó y la era victoriana. También toma elementos de la cultura kawaii, asociado a lo tierno, delicado y visualmente armonioso.

Se caracteriza por conjuntos de estilo victoriano, faldas hasta la rodilla, blusas con volantes y accesorios como tocados, boinas, lazos y bolsos decorativos. El peinado y el maquillaje también siguen una lógica estética coherente con cada subestilo.

Angelic Pretty - Tienda especializada en el estilo lolita
«Angelic Pretty» – Tienda especializada en el estilo lolita

Suele escribirse también como ロリィタ para diferenciarlo del libro occidental del mismo nombre y evitar asociaciones de carácter sexual. En Japón, el término se resignifica como una etiqueta estética sin otras connotaciones.

Existen distintos subtipos, cada uno con reglas estéticas propias:

Classic Lolita (クラシカル・ロリータ)

Se centra en la elegancia, tonos neutros, cortes sobrios y estampados discretos.

Sweet Lolita (甘ロリ)

Usa colores pastel, encajes, lazos, volantes y faldas voluminosas.

Gothic Lolita (ゴシック・ロリータ o también ゴスロリ)

Combina tonos oscuros, encajes, cruces y elementos góticos.

Punk Lolita (パンクロリ):

Mezcla con elementos del estilo punk, como estampados de cuadros, cadenas, medias rotas y peinados desordenados.

Durante años, el puente Jinguubashi (神宮橋) en Harajuku fue un punto de encuentro para quienes vestían lolita. Allí se reunían para mostrar sus atuendos, compartir ideas y formar comunidad. La revista Gothic & Lolita Bible (ゴシック&ロリータバイブル) ayudó a difundir el estilo dentro y fuera de Japón.

Hoy, se ve cada vez menos en las calles japonesas, pero permanece activo en comunidades online, tiendas especializadas y eventos como Tea Parties o Fashion Walks. Aunque ya no es una moda masiva, ha tomado fuerza en el extranjero y continúa siendo una de las subculturas más influyentes de la moda japonesa.

Visual Kei (ヴィジュアル系)

Maquillaje dramático, peinados extravagantes, trajes elaborados y una puesta en escena teatral.

Aunque suele asociarse a la moda por su estética llamativa, el visual kei no es una subcultura de vestuario, sino un género musical nacido en Japón a fines de los años 80. En ese momento, rompió con las normas del rock japonés y creó una identidad propia.

Se dice que el término proviene del eslogan «Psychedelic Violence Crime of Visual Shock» («Violencia psicodélica, crimen de impacto visual«), usado en el álbum Blue Blood (1989) de X Japan para describir su propuesta: rock pesado, imagen andrógina y dramatismo escénico.

"Endless Rain" cuarto sencillo de X Japan
«Endless Rain» cuarto sencillo de X Japan

Desde entonces, el llamado visual shock kei, luego acortado a visual kei o vkei, inspiró a muchas bandas que comenzaron a experimentar con maquillaje, moda y ambigüedad de género como parte de su identidad artística.

Entre sus subestilos destacan:

  • Kote Kei (コテ系): oscuro, agresivo y teatral, con influencias del metal. Dir En Grey o Madeth Gray’ll son referentes.

  • Tanbi Kei (耽美系): inspirado en lo aristocrático, lo romántico y lo antiguo. Malice Mizer y Versailles lo representan.

  • Nagoya Kei (名古屋系): originado en Nagoya, cuenta con un sonido más introspectivo y estética sobria. Kuroyume y Silver Rose destacan.

  • Oshare Kei (お洒落系): colorido y pop, influenciado por la moda callejera de Harajuku. An Cafe y SuG pertenecen a él.

  • Wafuu Kei (和風系): incorpora elementos tradicionales japoneses. Kagrra y Kiryu son sus principales exponentes.

Durante los años 90 y 2000, el movimiento tuvo una fuerte presencia en revistas como Cure (キュア) y Shoxx (ショックス), y en tiendas de barrios como Ikebukuro y Harajuku. Aunque hoy ha perdido visibilidad en Japón, sigue activo en comunidades online, festivales temáticos y escenas musicales del extranjero.

Decora (デコラ)

Color, capas y saturación visual. El estilo decora se caracteriza por la acumulación de accesorios, prendas superpuestas y una estética juguetona que transforma el cuerpo en una superficie decorativa.

Surgió a fines de los años 90 en Harajuku, influenciado por la moda infantil, el kawaii y la fascinación por los accesorios pequeños y coloridos: pinches, collares, pulseras, calcetas estampadas, pegatinas y camisetas con gráficos. El objetivo no es combinar, sino acumular.

El peinado suele incluir cabello teñido o natural, cubierto por decenas de trabas. El maquillaje suele ser ligero, pero incluye delineados coloridos, sombras brillantes y decoraciones faciales, como pegatinas.

Algunos de los subestilos más conocidos son:

  • Dark Decora (ダークデコラ): mantiene la acumulación de accesorios, pero con una paleta oscura, estampados góticos y elementos punk.

  • Oshi Decora (推しデコラ): atuendos temáticos centrados en un personaje o serie favorita, con accesorios y colores que giran en torno a ese universo.

  • Hadeko (派手コ): estilo hermano del decora, con enfoque en colores arcoíris, estética psicodélica y apariencia más andrógina. Suele incluir prendas tie-dye y combinaciones saturadas.

Tuvo su auge en los años 2000, especialmente tras la aparición de figuras como Tomoe Shinohara (篠原 友恵) y revistas como FRUiTS. Aunque hoy ha pasado a segundo plano, fuera del país sigue siendo una referencia clave en moda alternativa.

Mori Kei (森系)

Es una subcultura estética que representa a alguien que podría vivir en un bosque. Y puede considerarse como una respuesta a la saturación visual de estilos como el decora y el gyaru.

Surgió en 2006 en la red social Mixi, cuando una usuaria llamada Choco creó la comunidad Mori Girl. El nombre nació tras recibir el comentario «pareces salida del bosque«, que posteriormente se convirtió en una etiqueta estética.

En pocos años, el estilo se volvió popular en revistas, marcas como Wonder Rocket y comunidades online, tanto en Japón como en el extranjero.

La estética se basa en capas holgadas que ocultan la silueta, tejidos naturales, encajes, bordados y accesorios como sombreros, bolsos de tela y botas de cuero. Los colores suelen ser café, beige, verde musgo, blanco o azul pálido. El maquillaje es mínimo, se usan sombras suaves y rubor redondeado.

El término yurufuwa (ゆるふわ) se usa para describir su apariencia «suave y esponjosa».

Sus subestilos destacados son:

  • Dark Mori (ダーク森系): estética más oscura, incluye elementos góticos y paletas de negro o borgoña.

  • Hama Kei (浜系): versión costera, con tonos azulados, rayas marineras y tejidos livianos.

  • Yama Kei (山系): estilo de montaña, considera colores vivos y un espíritu excursionista.

Aunque su auge fue en la década del 2010, el estilo sigue vivo en comunidades internacionales, marcas independientes y blogs que promueven una vida lenta y sensible.

Shironuri (白塗り)

Shironuri significa «pintado de blanco». Es una subcultura estética centrada en el uso de maquillaje blanco en todo el rostro combinado con atuendos elaborados y expresivos.

Aunque tiene raíces en el teatro kabuki (歌舞伎) y el maquillaje geisha (芸者), el shironuri moderno se aleja de lo tradicional. Se popularizó en los años 2000 gracias a artistas como Minori, quien transformó el estilo en una forma de arte escénico.

El maquillaje suele cubrir todo el rostro con base blanca espesa, a veces también el cuello y manos. Se complementa con delineados exagerados, pestañas postizas, lentes de contacto y decoraciones faciales. El contraste con el cabello, ya sea teñido, voluminoso o decorado, refuerza el impacto visual.

Respecto a la vestimenta, no hay reglas fijas, por lo que esta puede incluir elementos góticos, lolita, punk, kimonos, decora o vanguardistas. Lo esencial es que el maquillaje sea el eje expresivo.

Algunos subestilos destacados son:

  • Gothic Shironuri (ゴシック白塗り): estética oscura y uso de encajes, cruces, corsés. Usualmente considera una paleta de negros y borgoña.

  • Fantasy Shironuri (ファンタジー白塗り): se inspira en elementos naturales, flores, coronas, ramas secas o telas vaporosas.

  • Avant-garde Shironuri (アヴァンギャルド白塗り): utiliza prendas con formas extrañas o fuera de lo común, principalmente hechas de materiales como plástico, metal o papel.

Hoy en día, es raro verlo fuera de contextos artísticos o sesiones fotográficas. Pero, sin duda, representa una subcultura importante, con una estética definida, referentes claros y una comunidad que la mantiene vigente desde el arte y la moda alternativa.

Cool Japan: exportar la cultura con estilo

¿Por qué Japón se nos presenta de forma tan llamativa en el extranjero? ¿Por qué vemos anime, moda, gastronomía y tecnología japonesa en vitrinas, pasarelas y redes sociales? No es casualidad.

Desde los años 2000, Japón empezó a promover su cultura pop como parte de una estrategia oficial llamada Cool Japan. El objetivo era mostrar al mundo una imagen moderna, creativa y atractiva del país. Para lograrlo, se usó el anime, la moda, el diseño y otros elementos culturales como carta de presentación.

En este sentido, las subculturas urbanas, antes vistas como excéntricas o marginales, pasaron a formar parte del paquete exportable: Harajuku, lolita, visual kei y otros estilos se volvieron íconos internacionales.

El anime jugó un rol central en esta estrategia. Al incluir personajes con estilos llamativos, difundió distintas estéticas japonesas y las proyectó a nivel internacional. Cool Japan convirtió lo alternativo y lo underground en una vitrina visual, lista para ser consumida, reinterpretada o replicada fuera de Japón.

El anime como archivo visual de la moda japonesa

Aunque no siempre lo hace de forma explícita, el anime ha funcionado como un registro visual de estilos reales que circulan en Japón.

Algunas series ambientadas muestran personajes con looks que reflejan modas urbanas concretas. En otros casos, el vínculo no se menciona directamente, pero es reconocible por la forma en que se construyen los personajes: peinados, accesorios, maquillaje y prendas que remiten a subculturas específicas, aunque no se nombre el estilo ni se explique su origen.

El anime toma elementos visuales, los exagera o los estiliza, y los convierte en parte de la identidad de sus protagonistas.

Esto ha permitido que ciertas subculturas se mantengan visibles incluso cuando ya no tienen presencia callejera. El anime no solo conserva estas estéticas, sino que las transforma y a veces las reactiva, llevándolas a nuevas generaciones que las conocen primero como parte de una historia animada.

Personajes inspirados en subculturas japonesas

Hasta aquí hemos hablado de estilos, calles y estéticas. Pero ¿qué pasa cuando todo eso se convierte en un personaje?

Algunos protagonistas parecen salidos directamente de Harajuku. Otros toman elementos de subculturas reales y los transforman en parte de su identidad. No siempre se menciona el estilo, pero basta con verlos para reconocer una gyaru o una lolita en pantalla.

Revisemos algunos de estos personajes:

Gyaru (ギャル)

Super GALS! es probablemente el ejemplo más directo: sus protagonistas son gyaru en toda regla, con maquillaje marcado, cabello teñido, accesorios llamativos y una actitud frontal. El diseño está inspirado en el kogal (コギャル) callejero que dominó Shibuya en los 2000.

Nami Komatsu (NANA) representa una versión un tanto más suave del estilo con una estética que recuerda a revistas como Egg o Popteen. Aunque no lleva el maquillaje completo del gyaru clásico, algunos elementos coinciden: labios blancos, sombra de ojos, cabello teñido y bronceado.

En contraste, Kei-san (DanDaDan) representa el gyaru tradicional. Mientras que en Nyan Koi! Kanako Sumiyoshi presenta el estilo manba (マンバ).

Lolita (ロリータファッション)

Las muñecas de Rozen Maiden, como Suigintou o Shinku, son una referencia directa al lolita clásico (クラシカル・ロリータ). En Gosick, Victorique de Blois viste con prendas victorianas, encajes, lazos y peinados elaborados. Aunque no se identifica como una, su estética se alinea con el estilo gothic lolita.

Si bien Miwako Sakurada (Paradise Kiss) no pertenece a esta subcultura como tal, se le ve usando vestidos estilo sweet lolita (甘ロリ). Asimismo, Misa Amane (Death Note) tampoco es una lolita, pero en varias escenas viste prendas que remiten al gothic lolita (ゴシック・ロリータ ).

Visual Kei (ヴィジュアル系)

Varios animes adoptan una estética cercana al visual kei. Black Butler, Trinity Blood y Visual Prison comparten elementos visuales del estilo: maquillaje marcado, ropa andrógina, siluetas oscuras, accesorios teatrales y una puesta en escena que recuerda a bandas como Malice Mizer o The Gazette.

Aunque los personajes no pertenecen a bandas reales, sus diseños están claramente influenciados por el imaginario del movimiento.

Decora (デコラ)

En este caso, es poco común ver a personajes representados con fidelidad total. La estética decora implica una sobre carga de accesorios, capas y texturas que dificultan el movimiento fluido en pantalla. Por eso, muchos diseños se inspiran en él sin reproducirlo por completo.

La franquicia Pretty Cure incluye personajes con estética cercana: peinados coloridos, múltiples accesorios, calcetas estampadas y combinaciones visuales cargadas, especialmente en las transformaciones. Ichigo Momomiya (Tokyo Mew Mew) tampoco es decora en sentido estricto, pero su diseño que considera colores brillantes, diversos accesorios y peinados llamativos, recuerda el estilo desde una estética más fantástica.

Mori Kei (森系)

El estilo aparece en personajes que transmiten calma, naturaleza y suavidad, aunque no se menciona explícitamente.

Hotaru Ichijou (Non Non Biyori) viste con prendas holgadas, tonos tierra y tejidos suaves, en un entorno rural que refuerza la estética. Sawako Kuronuma (Kimi ni Todoke) tiene una imagen más sobria, pero en varias escenas una vestidos amplios, colores neutros y tejidos que la acercan al estilo mori.

Shironuri (白塗り)

Esta subcultura aparece de forma parcial en personajes de fantasía o terror, en parte porque surgió hace relativamente poco.

Yuuko Ichihara (xxxHOLiC) no usa maquillaje blanco completo, pero su diseño incluye piel pálida, vestuario teatral y una estética que mezcla lo onírico con lo perturbador. Uta (Tokyo Ghoul) tampoco pertenece a la estética por regla, pero su piel pálida, tatuajes faciales, ojos marcados y vestuario alternativo que lo acercan al imaginario shironuri.

Cuando el estilo cuenta historias: subculturas animadas

A lo largo de este recorrido vimos cómo las subculturas no solo habitan en las calles: también se filtran en la ficción, se transforman en personajes y se reinventan en cada escena. Desde el maquillaje de una gyaru hasta los encajes de una lolita, el anime recoge estilos reales y los convierte en un guiño narrativo.

El icónico puente  Jinguubashi
El icónico puente Jinguubashi

A veces el estilo se nombra. Otras veces no. Pero está ahí: en los colores, en las siluetas de las prendas, en la forma de caminar o mirar. Reconocerlo no es solo un ejercicio estético, sino también una forma de leer la cultura que se esconde detrás del diseño.

Porque cada peinado, cada prenda y cada gesto puede contar una historia que empezó mucho antes de llegar a la pantalla. Aunque la representación no siempre sea fiel, hay algo que sí se conserva: la intención de estilo, el impacto visual y la emoción que despierta.

Y al final, aunque las subculturas no se nombren en voz alta, algo nos queda. Una imagen, una intuición, una pequeña pista que nos invita a mirar con curiosidad. Como si la moda, en lugar de quedarse en el cuerpo, se proyectara en la narrativa. Y nos dijera, sin palabras: esto también es Japón.

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