El arte del manga, diverso y cargado de emociones, ha conquistado los corazones de millones de personas fuera de Japón y es, en la actualidad, uno de los mayores exportadores de cultura del país nipón. Ya sea de romances adolescentes, magia o ciencia ficción, el manga es una influyente narrativa para contar historias, pero la historia del manga en Japón y su impacto mundial es mucho mayor de lo que algunos pueden imaginar.
Origen y acuñación del término manga
La palabra manga (en japonés, 漫画) se compone de dos kanjis. 漫, el primero, significa involuntario o sin restricción, mientras que el segundo 画, se traduce como imagen. La palabra manga fue acuñada por el artista japonés Katsushika Hokusai, a quien quizás conozcas como el creador de “La gran ola de Kanagawa”. Esta reconocida estampa japonesa es la representante del ukiyo-e, una técnica de impresión en madera popular durante el periodo Edo. El primer manga también se publicaría con esta misma técnica, aunque difiere de lo que conocemos en la actualidad como manga.
El Manga Hokusai no cuenta una historia como lo hacen los mangas de la actualidad. En realidad, se tratan de una serie de bosquejos sin mayor conexión entre ellos. Estos bocetos representaban momentos divertidos de la vida del artista, además de bosquejos de personas, costumbres de la época y seres mitológicos del antiguo Japón. Los primeros 10 volúmenes de estos bocetos se publicaron entre los años 1814 a 1819, y desde el año 1834 al 1878 se publicaron 5 volúmenes más.

Sin embargo, algunos historiadores consideran que ya se habrían publicado mangas antes de este fecha, durante los siglos XII y XIII. Los emakimono eran largos rollos de papel donde se ilustraban escenas de la vida cotidiana durante el periodo Heian. El primer manga vendría de esta época, titulado Chōjugiga y traducido como caricaturas de animales. Se trata de una obra satírica donde se representaban actividades de la época. El cuento de los monos, dibujado a finales del siglo XVI es también muy importante para la historia del manga, ya que se reconoce como la primera tira cómica japonesa en incluir burbujas de diálogo.

El periódico, las tiras cómicas y el manga
Si bien el manga había ya existido por varias generaciones, la popularidad de este medio artístico estuvo por mucho tiempo limitado dentro de los sectores aristócratas de la sociedad japonesa. Sin embargo, durante el periodo Meiji, cuando Japón finalizó su aislamiento del resto del mundo, se comenzaron a exportar cómics provenientes de occidente. Las tiras cómicas de occidente influenciaron a los artistas japoneses, quienes comenzaron a publicar sus propias historietas políticas en diarios de la época.
Kitazawa Rakuten es considerado el padre del manga moderno, y trabajó desde los últimos años de la era Meiji hasta los inicios de la era Shōwa. Comenzó a publicar sus tiras cómicas en la edición dominical del periódico Jiji Shinpō, tituladas Manga Jiji. Kitazawa fue el primero en volver a utilizar el término manga acuñado por Hokusai en el año 1902, además de ser el primero en llamarse a sí mismo un mangaka.

Es a través de los periódicos que el manga comenzó a popularizarse entre el público general. Muchos otros periódicos comenzaron a replicar la idea de Kitazawa, lanzando en sus ediciones tiras cómicas sobre problemas de la época o situaciones divertidas. También comenzó la serialización del género. En vez de ser una viñeta, los mangas comenzaron a contar historias cada vez más largas en forma de capítulos, similar a lo que tenemos hoy en día. Las primeras recopilaciones de manga se recopilaban en cuadernos de tapa dura, los cuales era periódicamente puestos a la venta para los seguidores de las historias.
El manga y la propaganda durante la guerra
El siglo XX fue uno turbulento para la historia de Japón y el mundo. Durante las primeras décadas del 1900 ocurrió el auge del Kokkashugi, el fascismo japonés centrado en la expansión del imperio japonés. Dentro este periodo se produjeron la segunda guerra sino-japonesa y la guerra ruso-japonesa, los cuales fueron conflictos bélicos donde el manga se vio utilizado como propaganda, especialmente para los más pequeños.
Durante la guerra, el manga fue utilizado tanto por China como por Japón para avivar el espíritu nacionalista de ambas naciones. En Japón se popularizaron las publicaciones humorísticas en las cuales los militares eran representados como animales antropomórficos, donde se representaban a sí mismos como perros y a los países enemigos como cerdos. Por otro lado, en los territorios ocupados por el imperio japonés, se distribuía manga y caricaturas que mostraba a Japón como héroes.
Una de las obras más relevantes de esta época es Norakuro, un manga dirigido a jóvenes que contaba las historias de un perro militar inspirado en Felix the cat. Sus aventuras se basaban en el ejército imperial japonés de la época y era la forma en la que se conectaba a los niños con la guerra. Este manga comenzó su publicación en 1931 y termino abruptamente 10 años después, en 1941, por motivos relacionados con la Segunda Guerra Mundial.

La Segunda Guerra Mundial marcó un antes y un después en la historia de Japón, y también, en la historia del manga. Si bien algunos mangakas de la época buscaron apoyo por parte del imperio para utilizar el manga como método de propaganda, este no mostraba mayor interés. Además, un número importante de artistas no veían valor en dibujar manga propagandístico. En aquella época estaba de moda el nansensu, también conocido en la actualidad como ero-guro nonsense, lo que según el imperio no hacía más que ridiculizar al país nipón.
El manga durante la ocupación americana y la postguerra
Tras perder la guerra, Japón vivió un largo proceso de restauración. Los Estados Unidos ocuparon territorio japonés durante los años 1945 hasta el año 1952. Durante este periodo, la ocupación de los aliados prohibió cualquier caricatura que glorificara la guerra o el imperialismo japonés. Sin embargo, esto no detuvo a los mangakas japoneses de contar nuevas historias que serían de gran influencia para la historia del manga como tal.
Debido a la austeridad que se vivía en Japón posterior a la caída de la bomba en Hiroshima, muchos no podían costear libros o mangas. Durante esta época fueron popularizaron los Akahon, mangas compilatorios de tiras cómicas que se vendían por precios extremadamente bajos. No estaban libres de críticas, ya que muchos decían que, al ser mangas dirigidos a niños y adultos, los temas no eran apropiados para ambos públicos. Sin embargo, estas tiras cómicas se volverían los precursores del shonen y el seinen como lo conocemos hoy.
No obstante, los dos mangas más influyentes de la epoca fueron, sin lugar a dudas, Mighty Atom creado por Osamu Tezuka, conocido en occidente como Astro Boy, y el yonkoma Sazae-san creado por Machiko Hasegawa. Astro Boy cuenta la historia de un pequeño niño androide. El contraste de los superpoderes de Astro Boy con su personalidad infantil y a momentos inocente, encantaron al país. Además, el mensaje de paz y ayuda al prójimo contrastaba completamente con los mangas popularizados durante la guerra. Esto hizo que Astro Boy se convirtiera en un icono de la restauración de Japón tras la guerra, por su mensaje positivo de paz y libertad. También, la técnica de dibujo de Tezuka, que mezclaba el slow motion con escenas de acción detalladas y movimiento rápidos, inspiró de gran manera al género shonen y seinen en la posteridad.

Por otro lado, Sazae-san es un manga de recuentos de la vida, y en la actualidad, el anime con más capítulos de la historia, contando con más de 2700 capítulos y aun transmitiendo episodios nuevos. Su autora, Machiko Hasegawa, es la primera mangaka mujer de la historia. Sazae-san también presentaba ideas opuestas a la ideología del imperialismo japonés, donde se decía que las mujeres debían ser calladas y obedientes. Este manga presenta una realidad distinta a Astro Boy, con una protagonista alegre a pesar de no tener una vida fácil, y que gusta de ayudar a otros. Sazae-san se convirtió en un personaje reconfortante para miles de japoneses que habían perdido todo tras la caída de la bomba en Hiroshima. Este manga es considerado el precursor del género shoujo.

El nacimiento del shonen y el shoujo
Durante la década de 1950 Japón vio un surgimiento de jóvenes interesados por la lectura, especialmente, en el manga. A partir de este momento, y gracias a la influencia de Astro Boy y Sazae-san, más artistas comenzaron a contar historias dirigidas a un público joven, tanto para chicas como para chicos. De esta manera nacen los dos géneros de manga más reconocidos a nivel mundial: el shonen y el shoujo.
El shonen tuvo sus inicios muy ligados al subgénero Mecha, debido al creciente interés por la tecnología, los robots y el espacio exterior. Sin embargo, su popularidad no estallaría sino hasta las décadas del 1970 al 1980 con un nuevo movimiento llamada la nueva ola. Este movimiento artístico trajo consigo a reconocibles personajes como Akira de Katsuhiro Otomo. También abrió la puerta a nuevos géneros de manga, como los mangas de deportes con Slam Dunk o Ashita no Joe: Fighting for Tomorrow.
Los mangas inspirados en los comics estadounidenses no fueron populares en esta época, ya que recordaban al público sobre la guerra. A pesar de esto, mangas que tomaban estos aspectos y le daban un giro cómico e irreverente como Dragon Ball de Akira Toriyama sí se volvieron muy populares al unir fantasía y comedia.
Por otro lado, el Shoujo ganó gran popularidad al presentarse como un opuesto a la ideología confuciana de la guerra. Las historias de chicas guerreras crecieron en popularidad rápidamente al mostrar tanto el lado más fuerte de las mujeres como su lado más sensible.
En 1969, un grupo de mujeres mangakas, ahora llamadas el grupo del 24, debutó en el manga shoujo. Ellas crearon mangas para mujeres hechos por mujeres, con una dirección más adulta y que encantó al público femenino. Dentro de este grupo podemos destacar a Riyoko Ikeda, creadora del manga La rosa de Versalles. En la actualidad es considerado uno de los mangas más importantes de la historia. Este manga abrió las puertas hacia historias más maduras, hablando de sexualidad, problemas políticos e historia, además de temas como el romance. Posteriormente, obras como Bishōjo Senshi Sailor Moon, creada por Naoko Takeuchi, popularizarían el mahou shoujo y con ella, explotaría la popularidad del manga fuera de Japón.

La expansión mundial del manga y su impacto
En la actualidad, el manga se ha consolidado como una forma de arte y entretenimiento con una influencia mundial sin precedentes. Si bien el manga se originó en Japón, su historia ahora va mucho más allá del país nipón. Las narrativas gráficas japonesas ha logrado traspasar fronteras culturales gracias a la gran diversidad de géneros que encantan a todo tipo de público. Además, el estilo artístico es único de cada mangaka. La capacidad de los autores para conectar emocionalmente con lectores de todas las edades es otro factor a destacar. El manga es más que caricaturas hechas para niños, ya que cuenta un sinfín de historias únicas que encantan en todo el mundo.
Mangas como One Piece, Nana, Sailor Moon o Jujutsu Kaisen son más populares en la actualidad que muchos otros cómics originados en occidente y su fama no hace más que seguir creciendo. El manga representa un 25 % de las publicaciones anuales en Japón. Es una de las mayores formas de exportación de la cultura japonesa al mundo y un sustento de la economía japonesa. El impacto de estas obras va más allá del papel, influenciando la cultura pop de todo el mundo a través de sus distintas adaptaciones. El manga en la actualidad inspira a la moda, la música, los videojuegos y el anime.
Tanto jóvenes como adultos de todo el mundo se inspiran constantemente por personajes de manga. Numerosos artistas occidentales reconocen la influencia del manga en sus obras. Obras occidentales con mucho impacto como Star Trek o Avatar: la leyenda de Aang se inspiraron en mangas y animes japoneses. En la actualidad, no es extraño ver como universidades y museos han comenzado a estudiar y exponer sobre el manga como fenómeno cultural y artístico. Este crecimiento global demuestra que el manga no es solo una moda pasajera. El manga es una forma de expresión cultural que continúa evolucionando y conectando con audiencias de todo el mundo.