¿Sabías que más de la mitad de los japoneses no se consideran a sí mismos religiosos? Aun así, gran parte de la población de Japón es budista o sintoísta, y estas se consideran las dos grandes religiones en el país nipón. Se estima que en todo el país hay más de 80.000 templos budistas y casi 77.000 santuarios sintoístas. Entonces, ¿cómo se explica que no son religiosos?
Los japoneses y la religión
Para entender la relación única que los japoneses tienen con el concepto de religión, primero debemos conocer la palabra 宗教 (shuukyou). Shuukyou es, en teoría, la palabra que se usa en Japón para referirse a la religión, en la cual shuu se refiere a “secta”, mientras que kyou se refiere a “doctrina”. Por lo tanto, shuukyou es una palabra con matices complicados; significa que perteneces a una secta y participas activamente de sus rituales y ceremonias. Al verlo de esa manera, está claro que más de la mitad de los japoneses no son religiosos.
Un ciudadano japonés promedio no se convertirá en un monje budista o en un sacerdote sintoísta, pero sí es común que en los hogares japoneses se encuentre un altar perteneciente a una de estas religiones, o incluso a ambas. Si bien la definición de “religión” es estricta, la forma en que deciden practicarla es mucho más simple y aplicable a la vida cotidiana. Gran parte de las costumbres y tradiciones japonesas provienen de sus religiones, pero como ya están tan acostumbrados a ellas, no las consideran realmente como algo “religioso”. A fin de cuentas, la práctica de estas costumbres no dependen de cuán religiosos sean, más bien se trata de conectar con sí mismos.
El sincretismo religioso
El sintoísmo y el budismo coexistieron durante gran parte de la historia de Japón, pero con el paso del tiempo, comenzaron a mezclarse. Este fenómeno se llama “sincretismo religioso”, y es un proceso en el cual dos o más religiones se combinan para crear una nueva tradición.
De la combinación entre los elementos japoneses tradicionales del sintoísmo y las enseñanzas hindúes del budismo nace una nueva tradición que da lugar a la cultura japonesa como la conocemos hoy en día.

Al ser dos religiones distintas, en ningún momento se pasan a llevar la una a la otra, si no que se complementan. Los japoneses no son solamente budistas o solamente sintoístas. De hecho, según una encuesta de 2016, el número de creyentes es mayor al número de habitantes en Japón. Esto ocurre porque se considera a los creyentes del sintoísmo y a los del budismo como personas distintas, cuando en realidad es muy probable que las mismas personas que declararon creer en el sintoísmo también crean en el budismo.
El sincretismo religioso en Japón no ocurre solo entre estas dos religiones. Hay una minoría, casi un 1 %, que practica el cristianismo. A veces incluso practican el cristianismo en conjunto con otras religiones.
La vida y la muerte en la religión
En todo el mundo, muchos momentos clave en la vida de una persona se relacionan estrechamente con la religión. Piensa, por ejemplo, en un matrimonio, o en un funeral, que dentro del cristianismo se llevan a cabo en una iglesia. En Japón, pese a no considerarse religiosos, no es tan distinto.
El sintoísmo se basa en celebrar la vida y sus distintas etapas. Un ejemplo de esto es el shichi-go-san, una fiesta en donde se celebra a los niños de 3, 5 y 7 años y se pide por su salud y bienestar. En el caso de las niñas, se celebra cuando tienen 3 y 7 años, y los niños cuando tienen 5 años. Para la ocasión, los niños y niñas visten kimonos, a veces por primera vez, y visitan santuarios con sus familias. Además, los niños reciben un caramelo llamado chitose ame, para desearles una vida larga y una buena salud. Los caramelos vienen envueltos en papeles con dibujos de grullas y tortugas, símbolos de longevidad en Japón.
¿Bodas shinto o cristianas?
Otro ejemplo son las bodas sintoístas o shinzen, en las cuales los novios piden la bendición de los kami al momento de casarse. Primero se realiza una ceremonia de compromiso conocida como yuino, en la que las familias intercambian regalos simbólicos que desean la prosperidad del futuro matrimonio. En la boda en sí, la novia entra acompañada de su madre y sale acompañada de su suegra, representando su transición de su familia a la del novio. Un sacerdote realiza un ritual de purificación de la pareja y un homenaje a los kami. Para finalizar la ceremonia, se realiza el san san kudo, un momento en el que la pareja comparte tres vasos de sake. Los vasos simbolizan el cielo, la tierra y el ser humano, y cada sorbo representa la unión del cuerpo, la mente y el espíritu.
En esta ceremonia, los novios visten ropas tradicionales. La novia usa un kimono blanco llamado shiromuku y, en vez de un velo, usa una capucha blanca llamada wataboshi. El novio viste un hakama y un haori. La boda se puede llevar a cabo en un santuario sintoísta o en un lugar más privado.

Sin embargo, en la actualidad las bodas sintoístas no son muy comunes, solo un 30 % elige este tipo de boda. La norma son los matrimonios al estilo occidental, es decir, en una iglesia cristiana, con la novia usando un vestido blanco y el novio de traje.
La muerte es budista
El sintoísmo considera la muerte como algo impuro, por lo que los funerales y otros rituales relacionados con la muerte se realizan según las costumbres budistas. El budismo ve la muerte como el final de una etapa y el comienzo de otra; es tan solo otro paso en el ciclo de la reencarnación.
Después de que fallece una persona, si es que el hogar tiene un altar sintoísta, este se cubre con un papel blanco para evitar que entren los espíritus impuros atraídos por la muerte. En la versión más tradicional, el cuerpo del difunto se prepara para el velatorio por medio de un ritual llamado nokanshi. Primero, se lava el cuerpo y se tapan los orificios con algodón o gasa. Luego se viste el cuerpo con un kimono blanco, el cual se cruza el lado derecho por sobre el izquierdo. Finalmente, el cuerpo ya se puede colocar en el ataúd.
En el velatorio, la familia le ofrece incienso al difunto tres veces, mientras un sacerdote budista recita sutras. El funeral se realiza el día después del velatorio, y nuevamente se ofrece incienso mientras el sacerdote recita sutras. Tras el funeral, el cuerpo se incinera y se traspasan las cenizas y los huesos a una urna que se deja en la tumba familiar.

Otra tradición budista relacionada con la muerte es el festival Obon, durante el cual se visitan las lápidas de los ancestros, entre otras actividades que incluyen ofrendas para un viaje rápido y seguro, fuegos para que los ancestros no se pierdan y linternas para despedirlos.
El año nuevo: del budismo al sintoísmo
Las celebraciones del año nuevo en Japón empiezan con rituales budistas para despedir el año viejo y terminan con rituales sintoístas para darle la bienvenida al año nuevo.
El día 31 de diciembre se celebra el ōmisoka, que consiste de varias actividades como una limpieza general y el comer udon. Para dar cierre al ōmisoka, ocurre el joya no kane, una tradición propia del budismo japonés. Los templos budistas dan 108 campanadas, para que todo aquel que las escuche elimine de su corazón los 108 defectos humanos.
Una vez llegada la medianoche, las tradiciones sintoístas pasan a ser el foco principal. Entre ellas se encuentra el hatsumōde, la primera visita al templo en el año. Pese a que es un término sintoísta, algunas personas prefieren visitar templos budistas. Durante esta visita se reza por un año próspero, se compran omikuji para conocer su suerte y se reemplazan los omamori del año anterior por unos nuevos.
Otra tradición sintoísta es el hatsuhinode, que significa “el primer amanecer”, y como el nombre sugiere, consiste en presenciar el primer amanecer del año. Simboliza el renacimiento y la esperanza, y en general se busca observar este amanecer desde la naturaleza. Independiente del lugar donde se vea el amanecer, la idea es la misma: volver a conectar consigo mismo, un principio importante del sintoísmo.
La religión en el día a día
La religión en Japón no solo se encuentra en ocasiones especiales como bodas y funerales, o en festividades tradicionales como el año nuevo. Una gran parte del sintoísmo y el budismo son las pequeñas cosas que ocurren en el día a día. La idea de estas religiones es que el individuo pueda conectar con su entorno y consigo mismo, por lo que su práctica cotidiana es tal vez su representación más importante.
Algunas maneras cotidianas de practicar el sintoísmo y el budismo son las siguientes:
- Los altares en casa: Es común que los hogares japoneses tengan altares, tanto budistas como sintoístas, a los cuales acuden en momentos en los que necesitan una guía. Los altares sintoístas se conocen como kamidana y deben ubicarse en un lugar elevado para que esté más cerca de los kami. Tienen ofrendas de sake, agua, arroz y sal, además de un shinkyou, un espejo sagrado. En el caso del budismo, el altar se llama butsudan y es un lugar sagrado dentro del hogar donde se realizan rituales y ofrendas. Es allí donde los japoneses veneran a sus antepasados y a las deidades budistas. El butsudan es mucho más grande que el kamidana, pero esto no significa que uno sea más importante que el otro. Solo cumplen diferentes funciones.


- Los santuarios en el camino: Japón está lleno de santuarios y templos. A donde sea que vayas, es probable que encuentres uno. Ya sea en grandes ciudades o en pueblos perdidos en medio de la nada, va a haber algún santuario. Los japoneses aprecian estos lugares y suelen visitarlos cuando los encuentran en su camino. Nunca es un mal momento para conectar con uno mismo y con la naturaleza.
El misterio del shinto
Incluso para los japoneses, definir qué es el shinto es muy difícil, y es porque, a fin de cuentas, el shinto está en todo. Al ser una religión animista, los kami corresponden a objetos inanimados o se ven representados en animales. Los kami pueden ser cosas tan mundanas como una roca o una lágrima, por lo que cada momento de la vida puede ser shinto si es que eres capaz de conectar con ello.
La permanencia del budismo
En la actualidad el budismo no es tan popular como lo era en el pasado. Si bien sus principios influenciaron gran parte de la cultura japonesa, ha perdido relevancia en los últimos años. El fin del budismo, es decir, abandonar los placeres materiales para poder continuar el ciclo de la reencarnación y alcanzar el nirvana, la iluminación total, se ha perdido, pero sus costumbres perseveran. Por sobre todo, el budismo logra complementar el sintoísmo con respecto a la muerte, logrando que deje de ser un tema tabú o sucio, y que en cambio se respete y adore a los muertos.
En la cultura japonesa, ya sea tradicional o moderna, se busca apreciar cada pequeño aspecto de la vida, desde el principio hasta el final. Sus festivales celebran el pasar de los años y las etapas por las que una persona pasa a lo largo de su vida. Desde el punto de vista occidental, la cultura japonesa es mágica, y esto es gracias a su profunda apreciación de la vida mundana y de la celebración de la vida después de la muerte.
Gracias al sintoísmo y el budismo, los japoneses aprenden a vivir en el momento y a celebrar lo que normalmente se consideraría cotidiano. Desde que una persona nace hasta el momento en que muere se celebra su existencia: el hecho de que nació, de que creció y tuvo una vida larga y plena antes de fallecer, y así mismo se honra y se recuerda con cariño incluso después de fallecer.
Así, los japoneses entrelazan su religión y su vida cotidiana para disfrutar de la vida al máximo.